11 de mayo de 2007

¡Ah caray! ¿Un Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal?

Yo no sé ustedes, pero el decreto de creación del Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal (CUFAF) me genera más preguntas que respuestas. Si revisamos el cuerpo del decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación podemos observar que el CUFAF, mediante jurisprudencia emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, toma en consideración que el “Ejército, Fuerza Aérea y Armada puedan actuar en apoyo de las autoridades civiles en tareas diversas de seguridad pública; lo que implica su participación para efectos de la restauración del orden público, así como para enfrentar al crimen organizado o los actos ejecutados contra la seguridad de la nación.” Con la finalidad de “atender el surgimiento de fenómenos y situaciones excepcionales que pongan en riesgo la seguridad interior de la nación, el orden público, la integridad y la vida de los ciudadanos o la estabilidad de cualquier parte del país.” OK, hasta aquí me queda claro el fundamento legal, pero sigo sin entender bien las razones para su creación. En la práctica, y como lo establece el Artículo 2º del decreto, el CUFAF “intervendrá por instrucciones del Presidente de la República, a solicitud expresa, fundada y motivada de las autoridades civiles a quienes presten el apoyo.” Bueno, creo que ya lo entendí un poco mejor.

A mi gusto, debemos hacer dos lecturas. Incluso más allá de mi espíritu ochentero de ver en operación un “Rambo” mexicano bien malote y bien explosivo. Pero dejemos la fantasía de lado y analicemos el proyecto.

En primer lugar, parece ser que el gobierno federal ha detectado la necesidad de mejorar su capacidad estratégica y operativa para fortalecer y mejorar la respuesta del ejército mexicano en el combate al narcotráfico. En este sentido, el CUFAF es por demás acertado, mejorará el intercambio de información sobre los focos problemáticos de la delincuencia organizada a nivel estatal (e incluso municipal) de manera que las fuerzas armadas respondan con rapidez y eficiencia a las amenazas del narcotráfico y otros grupos organizados. Políticamente, creo que la relación del ejecutivo con los gobiernos estatales (en particular) será más coordinada, por lo menos para atender los problemas de seguridad pública, claro, siempre y cuando se dejen de lado las posturas partidistas. En mi prospectiva hollywoodense, la guerra contra el narcotráfico apenas comienza y está por alcanzar un punto importante en la escalada de violencia que se avecina. Todo estratega, aunque sea de juego de mesa, sabe que cuando se empieza una ofensiva se deben emplear todos los recursos para tomar control de la situación, preparar las defensas y planear el segundo ataque. Pero bueno, el “Risk” no es necesariamente regla.

En segundo lugar, y es aquí donde tengo dudas, se asume, sin intención maliciosa, que el CUFAF se creó para evitar situaciones subversivas futuras (¿pacíficas o no?) y que no se alcancen niveles de “desorden” (para no utilizar el mexicano preciso que hace alusión a la madre) similares al caso de Oaxaca del año pasado. Está bien, se debe garantizar el estado de derecho. La duda que me queda, como buen nerd de la estrategia de mesa, es que una “movida” de esta naturaleza deja ver un “enroque” favorable para monitorear toda acción que afecte el orden público, entendido obviamente en un sentido amplio. Así que colegas opositores a la Ley del ISSSTE no se vayan a exceder en sus demostraciones, sino ya saben que se los carga el chamuco CUFAFo. Más allá de mis especulaciones de teoría de conspiración creo que hace falta llenar el cuestionario de preguntas que surgen y van a surgir alrededor de la creación de un Cuerpo de esta naturaleza. Por lo pronto, el CUFAF responderá acertadamente a la larga y sangrienta lucha que se nos viene contra el narco.

Martino

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