25 de abril de 2007

Del aborto, más dudas que respuestas

El abuelo de mi papá, como buen macho de pueblo, sabiamente decía: “me he de morir de todo menos de parto”, por eso decidió tener casi 12 hijos, pues él no corría el riesgo.
Después de tanto dime y direte se aprobaron las reformas al código penal y a la ley de salud del D.F. con el fin de despenalizar el aborto. ¿Y ahora qué sigue?

Creo que más que debate razonado, hubo una enorme discusión de “lavadero” por encima de una reflexión profunda, tanto por parte de los diputados que la promovieron así como de los actores que opinaron en los medios de comunicación. No sé para ustedes, pero para mí fue algo insufrible, porque como debate, la opinión personal, subjetiva y lleva de valores pareció dirigir la discusión por encima de argumentos que parecieran mejorar las condiciones sociales de la comunidad, en especial de las mujeres que optaren por considerar el aborto como una opción.

Se dieron cuenta que los principales actores en conflicto, al menos en los medios de comunicación, fueron los diputados del PRD que promovieron las reformas, por un lado, y los clérigos de las diversas religiones, por el otro; pero ¿y las organizaciones de mujeres dónde quedaron?¿porqué los medios de comunicación no le preguntaron nada a Patricia Mercado, ni a Elba Esther Gordillo? ¿con quién se confrontaron las organizaciones civiles pro derechos de las mujeres?

Los argumentos de cada una de las posturas confrontadas son irrebatibles; es cierto que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo; y también estoy convencido de que hay que, al menos, el estado proteja las garantías de los miembros de la sociedad que le compone, ya si no hace eso el estado, entonces ¿para qué más sirve?

Pero, “sin argumento no hay nada que discutir”. Una buena amiga fue a la marcha pro aborto, pues considera que es su derecho decidir sobre su cuerpo, pero mi duda está en que su decisión también afecta a un tercero que no tiene voz ni voto –osease el embrión en formación.

Por su parte, la postura encontrada de los gritos necios del “si a la vida” declamados desde el púlpito, y promovidos por el PAN, tampoco dan mucho qué discutir, porqué si bien optan por proteger al embrión y futuro bebé, nunca propusieron qué hacer con el nuevo miembro de la sociedad una vez nacido. Si tanto se preocupan por lograr su nacimiento, ¿porqué no preocuparse también por su desarrollo y calidad de vida?

No es un debate fácil, pero creo que las posturas de todos los actores fueron raquíticas, insuficientes, chatas y sin propuestas serias. No creo que solo baste con decir que es decisión solamente de las mujeres, como decía la pancarta de mi amiga: “yo decidí abortar y mi pareja me apoyó”, pero y ¿si no la hubiera apoyado la decisión sólo es de ella?

Tampoco basta con decir sí a la vida, sino también hay que preocuparse por la calidad de la vida que vivirá el futuro miembro de una comunidad. Menos aún creo que, como lo postuló el PRD, los problemas de “salud pública” se resuelvan con estas reformas. Esto es, las 28mil muertes de mujeres por abortos clandestinos no creo se reduzcan a cero, si es que no se opta por ampliar las facultades, preparación, infraestructura y recursos para que sea el Seguro Social el encargado de practicar los abortos. Y peor aún, qué pasa si es que esta práctica legalizada genera consecuencias psicológicas en las mujeres que abortaron, quién se encargará de su rehabilitación.

No es una decisión fácil optar por el aborto, y creo que las reformas impulsadas en el D.F. no serían la solución. Es más, creo que las opiniones vertidas fueron puras excusas para justificar la presencia de los diversos actores, no más, ni propuestas ni argumentos para un beneficio social ni de calidad de vida. Qué triste.

Pero como decía al inicio, creo que soy el que menos tiene que opinar pues me quedan cada vez más dudas sin respuestas, además de que este problema, por el momento, sólo lo veo desde gallola. El tiempo y las cifras de defunciones por abortos nos dirá.

Gustavo

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